lunes, agosto 06, 2012

Día 219: Bajo de la tintorera, Dale identidad a tu negocio

 Con Primos, Sobrinos y Padrinos, estos emprendedores renovaron la cocina de barrio y hoy operan ocho restaurantes.


Dice el refrán que “el ojo del amo engorda el ganado”. Y fue con esa filosofía que Federico Rigoletti, Roberto Craig y Arturo Argüelles hicieron crecer su negocio. Se trata de Bajo de la Tintorera, una operadora de restaurantes que hoy maneja ocho establecimientos gastronómicos en la Ciudad de México, una editorial y da empleo a 450 personas.


El último año este negocio tuvo ventas por $250 millones y un crecimiento del 25%.¿Cuál ha sido el secreto? Cuidar personalmente hasta el más mínimo detalle de la operación “en todas las líneas”. Es decir, desde la cocina hasta el contacto directo con el cliente, “con quien se debe tener bien abiertos los oídos a todo comentario”, dice Federico.

El éxito de los restaurantes Primos, Sobrinos y Padrinos está en la creación de un concepto inspirado en la cocina de barrio. Se trata de “un bistró tropicalizado”, con los típicos platillos de la trattoria italiana, el bistró francés y el café español, sólo que personalizados al estilo del lugar donde se encuentre localizado el local.

La idea de los emprendedores sobre su concepto gastronómico estuvo clara desde el inicio: hacer vivir a los clientes la experiencia de sentirse “como en casa”, porque saben que la comida será buena, porque ya conocen al capitán y a los meseros, y porque no tienen que preocuparse por cómo van vestidos. Bajo esa premisa trabajaron desde el inicio.

Además, y más allá del éxito del negocio, siempre están muy atentos a las nuevas sugerencias de los clientes y a lo que les va demandando el mercado. “Aunque los ocho establecimientos trabajan bajo un mismo corporativo no somos una cadena, somos ocho restaurantes diferentes y personalizados”, aclara Roberto.

Adrián Alatriste, coordinador académico de la Maestría en Planificación y Gestión de Negocios de Alimentos y Bebidas de la Universidad del Claustro de Sor Juana, señala que estos restaurantes “de barrio” está teniendo mucha aceptación entre el segmento de la clase media.

Este sector busca un lugar accesible y cómodo para comer, donde le ofrezcan platillos tradicionales pero de una calidad superior a la que se puede encontrar en una fonda. “Los restaurantes de cocina de barrio son un concepto que ha ido evolucionando y se ha ido profesionalizando”, dice el experto.


Caminos que se cruzan

Pero esta historia de éxito tiene una contraparte: el trabajo duro y constante a lo largo de 13 años. Federico y Roberto estudiaron administración de empresas en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Ambos pertenecen a generaciones diferentes, ya que se llevan 10 años entre sí. Sin embargo, siempre tuvieron algo en común: les gusta cocinar.

Los azares del destino los llevaron a Europa. Federico viajó a Italia. Roberto a España, porque quería ser chef. “Todavía los chefs no eran estrellas, era otra época”, recuerda Roberto. “Mis padres pusieron el grito en el cielo”.

En 1997, Federico regresó a México. Se disponía a mudarse a Estados Unidos para trabajar en un banco cuando un amigo lo convenció de montar una cafetería. “Como me encanta cocinar, acepté”, cuenta el emprendedor.

La idea evolucionó a un lugar en la ciudad donde se pudiera comer tan bien como en la playa. Un año después inauguraron Contramar, un restaurante de pescados y mariscos ubicado en la colonia Roma de la Ciudad de México. El inmueble estaba en un local sin acondicionar, que parecía una bodega, y muchos auguraban un fracaso seguro. Contra todos los pronósticos, el negocio prosperó.

A los tres años de operación Federico decidió vender su parte para abrir otro negocio de corte más formal, también especializado en pescados y mariscos:Puntarena, ubicado en Lomas de Chapultepec. Cuatro años más tarde, en 2005, se quedó con un local que se encontraba justo al lado para abrir Marentino, un restaurante un poco más casual. Al poco tiempo iniciaron las operaciones de una segunda unidad de Puntarena en San Ángel.

Los tres establecimientos ofrecían excelencia e innovación en su oferta de platillos, pero además su sello distintivo era el trato personalizado. Ante la aceptación del público, en 2006 Federico fue contactado por el grupo La Mansión, para que los asesorara en la apertura de un restaurante de mariscos, que al final se convirtió en La Goleta.

En ese momento Roberto regresaba de Barcelona. Tenía apenas 24 años y una idea permanente en la cabeza: abrir su propio restaurante. Pero sabía que también le faltaba experiencia. Así que cuando Federico le propuso convertirse en el chef del nuevo establecimiento de La Mansión no lo dudó ni un momento. “Fue una gran escuela. La dueña me enseñó cómo manejar a la gente, con autoridad, aunque yo todavía no supiera muy bien qué estaba haciendo”, reconoce el ahora empresario.

Seis meses duró la experiencia en la que el joven chef diseñó el menú y organizó la cocina. Tenía 17 personas a su cargo y recuerda que “aprendía según llegaban los problemas”. Mientras tanto iba desarrollando en su cabeza algunas ideas vanguardistas, que luego plasmaría en sus restaurantes.

Fue entonces cuando a Federico le ofrecieron el local donde actualmente se localiza Primos, sobre la calle Mazatlán de la colonia Condesa. “Entre los dos ya habíamos acariciado la idea de poner un bistró y ahora se presentaba el local perfecto, en el momento perfecto y en el barrio adecuado. Así que decidimos asociarnos y contactamos a Arturo, quien sería la cabeza financiera del proyecto”, cuentan los emprendedores.

En marzo de 2007, y con sólo 14 mesas, se abrieron las puertas de Primos. Los empresarios señalan que desde el inicio tuvieron muy claro el concepto. Se trataba de “crear un lugar que el barrio necesitaba”: un sitio pequeño y familiar donde llevar a comer a un socio, a la novia o a la suegra.

La aceptación del concepto fue inmediata. Los comensales no sólo eran de los de la colonia, sino que ante el boom gastronómico de la Condesa pronto comenzaron a llegar clientes de otros lugares. En pocos meses, el restaurante se convirtió en un lugar de moda para desayunar, comer y cenar. Y para conseguir una mesa, era indispensable hacer una reservación.

Los emprendedores vieron la oportunidad de explotar el concepto en colonias cercanas como la Roma, donde inauguraron Sobrinos. Luego se asociaron con un tercer grupo, los dueños de Un Lugar de la Mancha, con quienes en 2009 abrieron Tíos, en Santa Fe. Al año de la asociación se abrieron tres nuevos restaurantes.


Fuente: http://www.soyentrepreneur.com
Crédito: Marisol García Fuentes
Site: http://bajodelatintorera.com/
Empresa: Bajo de la Tintorera
Fundación: 1999
Giro: Alimentos
Ubicación: Cd. de México
Ponte en contacto con Bajo de la tintorera

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